Te levantas como cada mañana, te duchas, te vistes y te vas al trabajo. Es un día como otro cualquiera, hay tráfico, el cielo está nublado y llegas justito al trabajo.
En un momento tonto, te paras a pensar. ¿Qué tenía hoy de comer? ¿Hago una pizza?
Decides mandarle un mensaje a tu pareja.
- “Cari, ¿qué te apetece comer hoy?”
...no contesta…
Bueno, son solo las 12 de la mañana, ya te contestará.
PITICLIN
PITICLIN
- “Lo que tu quieras” “Te recuerdo que invitastes a mis padres a comer en casa hoy” - ves en el móvil.
¿Y qué haces ahora de comer? Mmmm….puede ser que tengas unas pechugas de pollo y nata...bueno, habrá que apañarse con eso.
Llegas a casa corriendo (es la 13:30), sacas la cebolla, empiezas a cortarla. La pones en la sartén ya caliente al fuego.
- Cari, ¿a qué hora vienen a comer? - le preguntas a tu pareja por teléfono.
- A las dos en punto como dijiste. Me recogen ellos en coche, así que llegaré a las 2. ¿Te apañas bien o quieres que intente llegar antes?
- Si, no te preocupes.
¡Se ha quemado la cebolla! ¡Y no tienes más! Bueno, la nata lo arregla seguro.
Metes todo en la cocinera y lo programas... 25 minutos... en modo guiso. Listo.
…esperas…
....sigues esperando...
Y suena el timbre, están aquí y la cocinera no ha terminado.
Abres la cocinera corriendo...
...
....un olor a quemado te abofetea la cara...
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